En la actualidad del mundo de videojuegos se han podido ver títulos que no han cumplido con las expectativas de una comunidad exigente y compleja, o con estándares básicos de funcionalidad. Pero dentro de los fracasos que se han visto últimamente, pocos pueden compararse con Artifact.
Los origenes.
No se puede pedir un mejor “pedigrí” para un videojuego que los que posee Artifact. Conceptualizado, desarrollado y distribuido por la poderosa compañía Valve Corporation y estar centrado en el universo de uno de los juegos más exitosos de la historia reciente de la industria, Defenders of the Ancients, conocido mundialmente por su secuela DOTA 2, uno de los mejores juegos competitivos y convertido posteriormente en uno de los Esports más famosos de todos los tiempos.
Y lo más importante, con la posibilidad de tener un sitial de honor en la creación más grande de Valve, Steam, como su distribuidor exclusivo, por lo que tendría que pasar algo muy devastador para fracasar. Lamentablemente para ellos, el problema estuvo desde le principio.
¿Cuál podría ser el problema? Solo hay que ver el video de su presentación para entenderlo todo, porque Artifact…es un juego de cartas.
Pensando en los rivales
No existe nada objetivamente malo con la idea de un juego cartas de combate, siempre existirán jugadores a darle una oportunidad a este tipo de juegos, pero la combinación de factores negativos que rodearon este lanzamiento es difícil de superar para cualquier compañía.
Artifact es el primer juego nuevo que Valve ofrece desde 2014 (sin contar The Lab en 2016 como experiencia de realidad virtual), y la anticipación de los fans giraba en torno a como sería el regreso triunfal de Valve al desarrollo de juegos, tras pasar mucho tiempo “escondidos” en Steam.
Pero para muchos de los aficionados este anuncio fue más una especie de bofetada en sus aspiraciones, puesto que muchos jugadores son lo suficientemente listos para saber la razón fundamental de este lanzamiento, el buscar competir en contra del juego representativo de cartas de la actualidad, Hearthstone: Heroes of Warcraft.
Para Blizzard, Hearthstone ha sido realmente una maquina de imprimir dinero, al haber desarrollado un juego de cartas con el balance exacto para ser divertido, simple de acceder y jugar, provisto de mecánicas satisfactorias y, finalmente, un desafío creciente dentro del metajuego.
No tardaría en convertirse en un Esport por derecho propio y en el emblema actual de los juegos de cartas de combate coleccionables de la actualidad. En términos simples, la gente juega Hearthstone, habla de Hearthstone y ve transmisiones de Hearthstone en Twitch y en YouTube, las marcas de un videojuego exitoso en la actualidad.
Es muy evidente que Artifact buscaba llegar a esos niveles, aspirando a convertirse en otro éxito del nivel de Hearthstone, y la comunidad, a pesar de la reacción inicial, estuvo dispuesta a darle una oportunidad, basados en su respeto por la reputación de Valve a lo largo de los años.
El estreno y las reacciones.
Artifact fue presentado oficialmente el 28 de noviembre de 2018, rodeado de una gran fanfarria e incluyendo como su diseñador al reconocido Richard Garfield, creador del estandarte de los juegos de cartas de combate, Magic: The Gathering. Sin embargo, los aficionados no estaban complacidos.
En este juego se presentó un interesante sistema que buscaba emular el estilo de juego de DOTA 2, al tener tres líneas de juego, torres enemigas que derribar y un nexo (el Artefacto) que derribar para ganar la partida.
Si bien el sistema de juego es interesante y fluido, resultó ser intimidante para muchos jugadores, que lo dejaron de lado sin prestarle mayor atención. Pero ese ha sido el sector de fans que han invertido el tiempo y el dinero para poder jugar este título, para muchos otros hubo un problema mucho más grave.
El formato más común de los juegos de cartas digitales es el disponer de una entrada gratuita a su participación, sirviendo como guía para comenzar a jugar libremente y luego, con la necesidad de ser competitivo, invertir dinero en nuevas cartas para jugar. Es un modelo aplicado por juegos de cartas como Hearthstone o Gwent.
Pero no lo hizo así Artifact, presentado un costo de entrada de 20 dólares y añadiendo diversos sistemas de monetización que fueron fuertemente criticados por los medios especializados y que apartaron a los jugadores de probar el nuevo proyecto de Valve.
Los jugadores que si se presentaron a darle una oportunidad encontraron que el juego dependía fundamentalmente de micropagos que ofrecían el siempre detestable sistema de “pagar para ganar” al darle a los jugadores ventajas que muchos consideraron injustas.
Este fue el punto de partida de la deserción masiva que ha sufrido Artifact en su joven existencia. A la fecha de hoy, no habiendo cumplido dos meses desde su lanzamiento oficial, Artifact ha perdido poco más del 97% de los jugadores que habían participado en su estreno.
Esa cantidad se traduce en una reducción aproximada de un tope de más de 60.000 jugadores a promediar al día de hoy un total de 1.705 jugadores globales. No se puede ni comparar con los primeros años de Hearthstone, acumulando más de 10 millones de jugadores en su primer año de vida y creciendo de manera vertiginosa cada año.
Este descenso en picada de Artifact es marcadamente superior al fracaso que ha representado el problemático Fallout 76, si se consideran los niveles de expectativas y realidad. Pero muestran la similitud entre las compañías Valve y Bethesda, al demostrar su falta de conocimiento en torno a maltratar sus reputaciones y sus franquicias para seguir con la necia tendencia de micropagos.