Cuarentena, tiempo de reflexión y de comerte todo lo que hay en el refrigerador. Como ahora es tiempo lo que nos sobra, ¿por qué no volver a un clásico favorito de todos: Avatar? Si pensaste en el niño calvo y no en extraterrestres azules, vamos por buen camino.

Hagamos un poco de memoria. Tanto Avatar, la leyenda de Aang; como Avatar, la leyenda de Korra son series excepcionales. Son la obra de Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko bajo el sello de Nickelodeon. Narran la historia de un mundo en el cual algunas personas controlan los cuatro elementos, quiénes tienen estas habilidades se les llama: maestros. Los maestros, a su vez, suelen entrenar sus poderes como artes marciales. El “Avatar”  es aquel que puede manejar los cuatros elementos al mismo tiempo y es el encargado de conectar el mundo físico con el mundo espiritual. Este mundo está divido en cuatro naciones : La Tribu Agua, El Reino Tierra, La Nación del Fuego, Los Nómadas Aire.

Agua, Tierra, Fuego y Aire

Ambos shows no solo son grandiosos por el creativo concepto que proponen, si no por la forma en que lo tratan. Ambas historias nos presentaron personajes únicos y temas que pocos llegan a tocar, especialmente en “shows infantiles”. Uno de esos temas es el manejo de las emociones, en especial del miedo. El miedo es quién nos muestra de qué verdaderamente están hechos los personajes en del mundo de Avatar.

Empecemos por el principio, con Aang, nuestro Avatar nómada aire. Una de las primeras cosas que definen a Aang como personaje es que él, al enterarse de cuál es su destino y de quién es, huye. Huye abandonando a sus amigos, a su familia y dejándolos a merced de La Nación del Fuego.

Ahí es la primera vez en la serie cuando vemos cuánto realmente pesa el miedo para estos personajes. Este comportamiento es muy atípico en este tipo de historias cuyos protagonistas saltan a la aventura aunque sean solo niños. Cuando pensamos en lo que hizo Aang solo otro personaje se nos viene a la mente, Shinji Ikari y aún no le perdonamos que no se haya subido al bendito robot.

Sigamos con Korra

Ahora, para entender realmente el peso del miedo en este mundo, hay que hablar de su sucesora: Korra. Korra es una joven de 16 años de La Tribu Agua. Ella, a diferencia de Aang, está encantada con ser el Avatar. Desde muy niña puede manejar tres de los cuatro elementos. Creció en La Tribu Agua del Sur con su familia y al cuidado de la Orden del Loto Blanco. Korra es una joven artista marcial que ha entrenado con lo mejor de lo mejor, tiene una familia amorosa y, por si fuera poco, tiene poderes. En otras palabras, Korra nunca ha conocido el miedo en vida, no como lo hizo Aang a los 12 años.

La historia de Korra inicia cuando tiene que comenzar a entrenar con Tenzin, el hijo de Aang. Por desgracia, éste no puede hacerse cargo por diversos problemas que tienen lugar en Ciudad República, donde él vive y es uno de sus gobernantes. Estos problemas tienen nombre: Amon, nuestro primer villano.

En resumen, Amon, cree que “el control”, como le llaman al manejo de los cuatro elementos, es una aberración y desea eliminar a todos los maestros del mundo para crear una sociedad más igualitaria. Esto paraliza a Korra, esta persona es capaz de quitarle sus poderes, es capaz de hacer que ella deje de ser el Avatar. Pero obvio, ella no va admitirlo y decide lanzarse a plantarle cara sin ningún tipo de resultado. Korra no admite, hasta bien entrada la primera temporada, que tiene miedo y una vez que lo hace es cuando realmente puede enfrentarse a Amon para ponerle freno.

En el Libro 2: Espíritus, nos muestran a una joven Avatar explorando su lado espiritual. El villano de turno es Unalaq, el tío de Korra y líder de La Tribu Agua del Norte. Unalaq, aprovechándose de su fuerte conexión con los espíritus (mostrándonos que no toda persona espiritual o religiosa es buena) intenta convertirse en un Avatar oscuro y, en el mientras tanto, matar a Korra y a Raava, el espíritu de la luz.

En esta temporada tenemos una escena hermosa. Korra entra en el mundo espiritual para impedir los planes de su tío, pero deja que sus emociones se salgan de control. Korra se asusta, se pierde y se convierte, literalmente, en una niña pequeña. Es rescatada por uno de los grandes favoritos de esta saga: el Tío Iroh, quién la lleva a una fiesta de bodas y la ayuda a encontrar el camino.

En el mundo espiritual tus emociones se convierten en tu realidad, en especial para el Avatar y esto lo descubre nuestra heroína a las malas. Korra se vuelve a molestar y hace que el mundo a su alrededor se vuelva violento, oscuro y terrible, hasta el cielo se nubla. Iroh le pide que se calme y que trate de estar positiva. Korra se disculpa con el resto de los invitados y todo cambia. Entonces, es aquí cuando el Tío Iroh le dice a una Korra pequeña maravillada porque pudo hacer el sol brillar: “Incluso en el mundo material comprobarás que si buscas la luz, muchas veces la podrás encontrar. Pero, si buscas la oscuridad, es todo lo que alguna vez verás”.

El capítulo termina con el mejor consejo que alguien le puede dar a otro y, como siempre, lo dice el buen tío: “A veces la mejor forma de resolver tus propios problemas, es ayudar a alguien más”. Con esto nuestra mini-Avatar  se lanza a ayudar a una pequeña ave extraviada que luego la llevará justo a donde debe ir.

La otra cara de la moneda

Es realmente delicioso y reconfortante ver estas escenas. Pero no todo en Avatar es luz. En contraparte a Aang y Korra que lograron, más que enfrentarlos, aceptar sus miedos para evolucionar y avanzar, tenemos a Azula. Para quienes no lo recuerden Azula es la hermana del príncipe de La Nación del Fuego: Zuko. La mejor forma de describir a esta princesa es como lo hace su padre  en una tierna conversación con Zuko: “Azula nació con suerte, tú tuviste suerte de nacer.”

Desde la infancia Azula demostró ser un prodigio en todo lo que hacía, era inteligente, hermosa y letal. Era la favorita de su padre, el Señor del Fuego, Ozai. Pero, como nada puede ser perfecto, Azula, no cree que nadie pueda quererle realmente. Desde muy pequeña cree que su madre prefería a Zuko  y que a ella la veía como un monstruo. Esto la llevó a manipular a todos a su alrededor con el miedo, incluso a su amigas Mei y Ty Lee. Cuando ellas le dejan claro que ya no le tienen miedo, empieza su espiral descendiente hacía locura.

Su historia termina el día de su coronación como Señor del Fuego. Ese día su desconfianza llega a su máxima expresión, se vuelve errática y empieza alucinar con su madre desaparecida. Su arco termina con ella, derrota y encadenada exhalando fuego como un dragón herido. Azula es la representación de lo que pasa si te dejas consumir por el miedo y la desconfianza. Azula es lo que pasa cuando siempre buscas la oscuridad.

Son por estos detalles, y muchos otros más que estas dos sagas se quedarán para siempre en nuestro disco duro. Entonces, si por mala suerte están pasando por un mal momento en está cuarentena, o solo quieren sentirse bien con el mundo por un ratito, les recomendamos ver cualquiera de estas dos series. Les prometemos que hallarán un poquito de luz. No olviden lo que dijo el tío Iroh: tus emociones se convierten en tu realidad.

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