El mundo entero vive en este momento una fuerte conmoción producto del homicidio de George Floyd a manos de la Policía de Minneapolis.

El acto en sí desató una infinidad de demostraciones públicas en rechazo a las acciones, trayendo nuevamente al movimiento Black Lives Matter a la notoriedad.

Como una llamarada, las protestas tomaron toda la unión americana, con sus principales ciudades mostrando multitudes desafiando a las autoridades por sus abusos. Desde el terreno declarativo, numerosas figuras y compañías se manifestaron al respecto.

En su amplia mayoría, el rechazo al homicidio de Floyd y la larga lista de abusos de los cuerpos de la ley era la norma. Llevando a miles de personas a reaccionar a favor o en contra de estas posturas.

Es aquí donde nos adentramos en el agujero del conejo del mundo de los videojuegos, que tiene una relación terriblemente cercana con el racismo de larga data.

El mundo posterior al 9/11

El mundo occidental cambió cuando las Torres Gemelas del World Trade Center fueron atacadas por dos aviones secuestrados por terroristas. Es prácticamente imposible narrar que tanto cambió la percepción del mundo a partir de ese momento.

Pero vamos a ceñirnos al mundo de los videojuegos. Los primeros cambios que se dieron fueron de censura, al borrar referencias al terrorismo y apariciones de las torres en numerosos juegos para evitar herir susceptibilidades.

Por otro lado, gran parte de Estados Unidos buscaba un escape catártico que les permitiera retomar su sensación de seguridad y solidez. Entran en escena los First Person Shooters cargados de contenido patriótico.

Fueran ficticios o con personas reales, se inició la caza de terroristas en estos juegos. Además, se abrieron los canales de interconexión, como Xbox Live, donde se iniciaron millones de personas en el uso de expresiones racistas.

El prospecto del gamer racista, sexista, odioso y mal hablado había nacido, dejando atrás el viejo concepto del nerd de antaño.

Un caldo de cultivo

Deja que se cocine una generación cargada de resentimiento y habituada a racionalizar el racismo casual y tendrás una de las sociedades más volátiles esperando por su oportunidad de explotar.

Esos jóvenes se convirtieron en policías, soldados y profesionales en general, con un pasado de oscuros blogs de internet e ideas de supremacía implantados en su mente. Por ende, todo lo ajeno es su enemigo.

Comprendiendo esta mentalidad, una nueva generación emergió con una interpretación diferente de la vida. Conectados por una sensación de comunidad a través de perspectivas de minorías y con la certeza de que no deben asimilarse y callar el odio.

En un conflicto inevitable de perspectivas, los gamers viven en un constante debate sobre la validez de temas sociales en el medio, siendo capaces de causar tanto impacto que han hecho a las compañías estar muy atentas.

Las causas y el marketing

Lo que hoy es una práctica común, fue en su momento un golpe muy fuerte para la opinión pública, al mostrarse un lado de contacto con la sociedades marginadas de parte de marcas de alto nivel.

Basta ver, por ejemplo, el mes del orgullo. Como parte de la celebración del mes del orgullo LGBTQIA+, compañías colocan el arcoiris representativo en su símbolo oficial para manifestarse en favor de esta comunidad.

Productos representativos de todo tipo son puestos a la venta en sus tiendas y siempre buscando generar ingresos de un momento social. Siendo todo muy similar a la Navidad o a Halloween.

Pero la diferencia no es solo en ventas, sino también en la idea de vender inclusividad a toda costa. Como una herramienta de marketing, personas de la diversidad son presentadas como parte de las compañías, para afirmar que son aliadas de la diversidad.

El común de las personas de la diversidad no suele creer mucho en esta publicidad, pero su existencia causa una fuerte reacción en las comunidades mayoritarias. Acusándolas de «complacer a SJWs», la fricción continúa y las compañías hacen dinero de ello.

¿A dónde se dirige todo esto?

Las acciones más allá de la declarativa están comenzando a darse en el caso de compañías como Activision Blizzard (que tiene una deuda bastante grande con la sociedad) al atacar el racismo en Call of Duty.

De la mano de Infinity Ward, se pretende ser mucho más asertivos en la lucha contra el uso comentarios, nombres, y contenido racial en su shooter principal. Esto a pesar de ser un juego que glorifica las fuerzas de seguridad e incorpora contenido de brutalidad y vacíos morales.

Electronic Arts se une al movimiento No Room for Racism de la English Premier League para FIFA 20, mostrando mensajes que llaman a la denuncia del racismo, coronado con material cosmético disponible para los equipos de los jugadores.

Valve es un caso interesante. Por años, Steam ha sido una de las fuentes de contenido más inflamatorio y ofensivo de la historia del gaming. Es la compañía que le dio el visto bueno a Rape Day en su plataforma, por citar un ejemplo.

En el caso actual de estas protestas, la casa del Flatland no ha emitido comunicación alguna en torno al tema, manteniéndose apartados y retrasando sus eventos sin conectarlos con la situación de protestas.

No nos corresponde esperar solidaridad de parte de compañías, cuyo propósito es el de obtener dividendos. Pero si es necesario mantener las voces en alto cuando las causas son justas.

El racismo, el autoritarismo y el odio a la diversidad deben ser denunciados. Black Lives Matter.

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