La versión más económica de la nueva generación de Microsoft, la Xbox Series S, sigue estando en el centro del análisis de la industria.
Una de las cualidades que la nueva generación de consolas ha ostentado desde sus primeros anuncios será la compatibilidad con la mayoría de los juegos de vigencia reciente de sus sistemas.
Con la posibilidad de tener una sustancial mejora de resolución, frames por segundo y calidad en general, se garantizaba que los juegos alcanzarían la ansiada resolución 4K. Tristemente para muchos, no es el caso con la Series S.
Comprensiblemente, la consola mini ya había dejado claro que sus juegos no alcanzarían esa resolución, pero se consideraba que esta decisión solo aplicaba a juegos nuevos. Sin embargo se ha desmentido esto.
Las mejoras que se ofrecieron más allá de la compatibilidad no estarán presentes dentro de la Series S, por lo que solamente será la Series X la que se beneficie del incremento de potencia y resolución de los títulos de Xbox One.
Aunque afirman que esto no desmerece la calidad de su producto, según relata el equipo de Gamespew, si representa una diferencia fuerte con su consola superior, al limitar el rango de su retrocompatibilidad.
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¿Implica esto que la Xbox Series S pierde valor? En términos reales, no. Se debe considerar a la familia de consolas de de Microsoft con una visión similar a la que están teniendo compañías como Apple o Samsung con sus teléfonos móviles.
Con una gama alta con características premium a un costo elevado y versiones deliberadamente inferiores a costo más bajo, para alcanzar a la mayoría de usuarios posibles en el mercado.
En el caso de ser cierto el rumor de la Xbox Series V, se confirmaría este patrón y le daría un giro inesperado a la guerra de consolas. Con una línea en lugar de un solo sistema, el panorama cambia por completo.