Activision se había preparado para la más ambiciosa visión de su franquicia más rentable, al integrar la edición titular de Call of Duty con su battle royale.
Sus intenciones y planes daban fe de que Warzone sería el puente que unificaría a la edición saliente y a la entrante del shooter más famoso del mundo. Sin embargo, parece haber una cadena de inconvenientes en la ejecución de este proyecto.
Según reporta Eurogamer, la base de jugadores del título ha denunciado desde el estreno de su pase de temporada que las nuevas armas incorporadas desde Black Ops Cold War rompían con el balance del juego.
Esta predicción se hizo realidad y por varios días se tuvo que lidiar con una combinación ganadora de armas de alto poder que le quitaba emoción al juego. Incluso con un parche correctivo para tratar de rescatar el balance, la opción del equipamiento nuevo siguió por encima de todo.
Esta no es una situación inusual para el mundo de los títulos multijugador, al tener que lidiar con un balance competitivo en constante flujo para mantener a cada jugador enganchado. Call of Duty mismo ha tenido inconvenientes de este tipo en muchas oportunidades.
Pero es llamativo verlo en este escenario y bajo estas condiciones, al ser la intención central de Activision el convertir a Warzone en la vitrina de cada Call of Duty que sea estrenado. Una confianza sólida en el battle royale que, hasta la fecha, sigue rindiendo dividendos.
El pasado mes de diciembre, al iniciarse la integración de Call of Duty: Warzone con Black Ops Cold War, se dio a conocer la llegada de bugs que permitía a jugadores ser invisibles e invulnerables en las partidas del battle royale.
Sacando una ventaja gigantesca en batallas, muchos explotaron el error para obtener victorias y recompensas por varios días, antes de que fuese corregido.