Una publicación especial de la Oficina del Consejo de Defensa de Recursos Naturales de Estados Unidos expone una de las características del gaming que no acostumbramos a tomar en cuenta.
Estamos hablando del consumo de energía que la PS5 y la Xbox Series X tienen al operar normalmente. Según sus datos, recopilados por GamesIndustry.biz, las consolas superan con creces a sus predecesoras e, incluso, a televisores de 60 pulgadas.
Las consolas disparan entre 160 y 200 watts en su funcionamiento, siendo una suma gigantesca para los usuarios y una potencial fuente de problemas para el futuro. Los usuarios, obviamente, no parecen estar al tanto de esto.
En el mediano plazo, esto se traduce en un incremento sustancial en los cobros de electricidad por uso. Dado que el consumo energético de las consolas es dramáticamente más alto, pudiendo ascender a millones de dólares. Una de las causas de este impacto es el sistema por defecto de las consolas de iniciar inmediatamente.
Si bien es una maravilla de la ingeniería de Sony y Microsoft, exige un consumo energético tal que supera a los 500 watts en esta modalidad de arranque rápido, un golpe duro para el consumo. Pero no todo han sido noticias negativas.
Según el reporte del Consejo, la Xbox Series S es un paso en una dirección correcta, al ofrecer una menor carga en comparación a su versión más potente. Pero que dejan una portentosa huella negativa en el largo plazo, dado que el uso constante anual de las consolas dejará una marca contaminante en el ambiente que ascendería a los tres millones de toneladas de dióxido de carbono.
La advertencia ha sido recopilada por Microsoft y Sony, ofreciendo comunicados en los que planean buscar mejores maneras de llevar a cabo sus estrenos e instar a los usuarios a usar el modo de reposo de sus sistemas.