Consola PS4 con el DualShock 4.

El salto generacional es una realidad. La llegada de la PlayStation 5 y de la Xbox Series X/S en diciembre de 2020 dan el puntapié inicial a una nueva era.

Dentro del mundo de sistemas de videojuegos se establece un nuevo estándar y una nueva normalidad. Pero esta normalidad deja, en consecuencia, a los restos del pasado reciente en un largo proceso de salida: la descontinuación.

Esta se define como la progresiva terminación del servicio de PlayStation 4 y Xbox One en todos sus niveles, en una serie de medidas que no pueden hacerse todas de golpe sino que tendrán puntos decisivos a lo largo de los próximos meses.

Siendo 2021 el año clave para una transición de los aficionados hacia el nuevo hardware y los nuevos estándares, ¿qué es lo que implica la descontinuación de consolas?

Primer paso: Un mundo híbrido

Una de las situaciones fundamentales con respecto al salto generacional de las consolas de videojuegos es el entender que la audiencia que dispondrá de los nuevos sistemas no siempre accederá a ellos a la primera. Normalmente esto podía atribuirse a compradores con paciencia y a las ofertas reales para los estrenos.

Pero estos estrenos no estuvieron enmarcados en la normalidad, sino en promesas estrafalarias de funcionamiento más y más perfecto en términos técnicos, buscando dejar muy atrás a sus predecesoras. Una campaña publicitaria que agresivamente quería hacer ver a la PS4 y la Xbox One como reliquias obsoletas ante sus sucesoras.

Sin embargo, todavía había un gran número de usuarios con estas consolas y potenciales compradores de presupuestos más ajustados, por lo que cortarlas de raíz no era una opción. Es aquí donde entra en escena el mundo de los estrenos multigeneracionales.

Esta es la etapa en la que estamos en este momento, donde las consolas de la generación anteriores se mantienen vigentes en términos operativos, con presencia de estrenos de alto relieve y actualizaciones recurrentes de juegos activos. Si bien la preferencia del marketing apunta a los sistemas más recientes, la vida útil de los más añejos sigue operando.

Segundo paso: Cese de la producción

Con la apertura de la distribución de los nuevos sistemas, somos testigos de los cambios de dirección desde la oficina matriz. En este caso tanto Sony como Microsoft han paralizado la producción de ediciones especiales de PS4 y Xbox One, limitando sus esfuerzos al mínimo.

Ambas compañías dieron a conocer en diversos puntos una reestructuración de sus equipos de ingeniería para enfocarse en las nuevas consolas. Sony asignó sus fuerzas dentro del territorio japonés a entrar de lleno a la producción masiva de PS5.

Esta situación dejó atrás la elaboración de versiones de colores diferentes y discos duros distintos de la PS4, solo dejando lo restante de sus existencias como su última oferta en su territorio matriz. Este proceso se está haciendo más lentamente en Occidente.

Microsoft, por su parte, ha sido mucho más tajante, al detener las producciones de la Xbox One X (su edición de mayor poder) y la Xbox One S All Digital (sin puerto de disco) de manera total. Solo se mantienen en producción de carácter limitado las Xbox One S, con el fin de cerrar sus ciclos útiles con ingresos extra.

Tercer paso: Separación de las piezas más valiosas

En términos de software, tanto Microsoft como Sony ya expresaron la manera en la que se mantendrá el valor de los juegos de PS4 y Xbox One. Gracias a sistemas inteligentes de distribución, el catálogo digital de ambas consolas vivirá en la nueva generación.

Si hay algo por lo que los gamers más dedicados y obsesivos son capaces de inmolarse es por bibliotecas extensas de juegos. Poder acceder a una colección completa desde un solo lugar es considerada como una de las ganancias más grandes de la comunidad.

PS5 y Xbox Series X/S se han protegido por ese lado. Sin embargo, en términos de hardware todavía hay que explorar las distintas opciones. En una notable ejecución de continuidad, Xbox le ha dado seguimiento a sus mandos de manera orgánica, permitiendo que las ediciones de One operen en las versiones nuevas y viceversa.

Desde el lado de Sony, la cosa es un tanto más oscura en términos de sus piezas más representativas. La mayoría de los elementos destacables de la generación anterior no saltaron al 100% para la consola blanca. Prefiriendo innovar por completo en toda su interfaz, el mando DualShock 4 se retira para dar paso al DualSense como la pieza fundamental de la marca.

Paso final: Disolviéndose en el tiempo

Una vez quitas las piezas del rompecabezas que hacen a las consolas una pieza valiosa, esta misma empieza a disolverse con el paso del tiempo. Lo más persistente termina siendo asimilado por el nuevo sistema y lo obsoleto se va a otro espacio.

No se trata de una pérdida concreta al final del día, dado que las consolas se transformarán en piezas de colección cuyo valor pasará del mercado al de los particulares, con especial énfasis en su valor real durante su tiempo de vida útil.

Es probable que no veamos estas valoraciones en este momento, considerando que la biblioteca de ambos sistemas ya no está congelada en el mismo sino que ya forma parte de sus sucesoras. Quedando así las portentosas consolas de octava generación en un legado limitado.

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